Marco Polo era un niño. La ciudad dónde vivía era Venecia. Una ciudad muy rica. Marco Polo estaba esperando a su padre pero como no venia se fue a casa en donde estaba su tío cuidándole. De repente aparecen dos señores y Marco Polo piensa que son ladrones. El tío de Marco Polo sale corriendo a la puerta. “Diez años sin veros” dijo el tío. Marco Polo chilla ¡papa!. Después hicieron una fiesta para la llegada del padre. Después de dos meses fueron a Constantinopla y luego hasta la ciudad de Sudac, en el mar Negro. En esta localidad había un importante puerto controlado por los tártaros, quienes llevaban hasta allí mercancías procedentes de las Rusias, de las Indias, de Persia y del lejano Oriente. Pero como los productos allí eran muy caros, su padre compró pocas cosas. Un día tuvieron que viajar por un desierto y les atacaron los tártaros y murieron muchos hombres. Después tuvieron que pasar unas montañas de seis mil metros de alto. Una vez superadas las cordilleras, bordearon el desierto de Takla-Macan, una tierra muy seca y que no crecían las plantas y tampoco había agua. Fueron a caballo durante más de 1.500 kilómetros hasta que llegaron a China. Los chinos tenían un sistema de mensajería muy eficaz, un jinete normal hubiera tardado dos meses: había varios mensajeros a lo largo del camino y se iban turnando, cada uno recorría varios kilómetros. Al llegar a Génova lucharon contra este pueblo y Marco Polo perdió y fue condenado a la cárcel durante 20 años. Salio con 40 años y se caso con una mujer llamada Donata. Tuvieron tres hijas que se llamaban Cantina , Bellela y Moretta. Y como era muy viejo ya no hizo más aventuras.
